Aliento al padre

Victor Chininin Buele

El día domingo durante la predicación, mi pastor nos hablaba del pacto en el contexto de ser padres. Durante la semana, he estado pensando acerca de las implicaciones del texto, reflexionando acerca de las implicaciones del nuevo pacto y de cómo el creyente en Jesucristo tiene una gran motivación en dicho pacto y puede, gracias al nuevo pacto, recibir un gran aliento. Al mismo tiempo, encontrarnos con este concepto en el texto bíblico nos muestra nuestra insuficiencia no solamente para ser padres ejemplares sino para agradar a Dios en todas las facetas de nuestras vidas. No podemos agradar a Dios con nuestras obras, nuestras promesas incumplidas, y nuestros buenos propósitos.

¿Qué nos dijo el texto el día domingo? Éxodo capítulo 20, versículo 5:

No los adorarás ni los servirás. Porque Yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen

Éxodo 20:5 (NBLA)

¿Qué es lo que no debo de adorar ni servir? Ídolos. “No te harás ningún ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra” (20:4). Y si lo hago las consecuencias pueden ser generacionales.

Como padres de familia tenemos gran capacidad de crear ídolos. Ya sea que estemos casados o no (porque no es que por no estar casados se deja de ser padre), los ídolos que adoremos no solamente se pueden convertir en los ídolos de nuestras familias sino que son las semillas de los frutos de la destrucción que viene después. En nuestra vida moderna en el siglo XXI, parece que ya no creamos estatuas para adorar. Somos más sofisticados, no tan primitivos; de hecho, hace no mucho tiempo en mi ciudad una gran parte de la población se opuso a que el cabildo lojano erija una estatua gigante de la virgen en una de las montañas que rodea la ciudad. Somos tan idólatras que todo lo podemos convertir en un ídolo, incluso nuestros propios hijos, la gran bendición de Dios para nosotros, se pueden convertir en ídolos en nuestro corazón. Todos creamos nuestras propias vacas sagradas a las que adoramos y por las que y a las que fácil y rápidamente daríamos todo, incluso nuestra vida y el bienestar generacional de nuestra familia.

¿Un Pacto?

Dios hizo un pacto con Abraham. ¿Pero qué es un pacto? Somos una sociedad basada en contratos. Yo firmo un contrato en el que se indica, generalmente, qué es lo que me están contratando para que haga y las condiciones bajo las cuales nuestro acuerdo es válido. También se indica la compensación que recibiré por proveer dichos bienes o servicios y las consecuencias por incumplimiento. Generalmente tenemos cláusulas que dicen que si me quiero ir, me deben dejar renunciar, y que si me quieren echar del trabajo, lo pueden hacer. Si alguien viola las condiciones del contrato, lo podemos llevar a una corte, si es que podemos pagar los costos legales, por supuesto. Pero la sociedad occidental básicamente se maneja honrando contratos. La amenaza de las consecuencias nos motiva a trabajar.

En los tiempos bíblicos no era así, es aquí que vienen los pactos. Dios hizo una promesa a Abraham, le prometió (cuando no tenía hijos y su esposa no podía tener hijos) una nueva tierra, que lo haría una nación grande, que en él serán benditas todas las familias de la tierra, que su descendencia sería tan pero tan abundante que ni las estrellas del cielo ni la arena del mar serían suficientes para contarla (Génesis 12:1-9, 13:14-18, 15:1-11).

Abraham recibió la promesa de Dios de que por medio de él, por medio de su descendencia, vendría la restauración de todo lo que fue y es dañado por el pecado. El pecado es maldición—este pacto trae bendición, la promesa de bendición no solo a un grupito de israelitas en tiempos antiguos sino a todas las naciones del mundo.

Pero si vemos el texto, vemos que de inmediato Abraham nos muestra lo que realmente es importante para él y lo vemos pecar, miente acerca de la identidad de su esposa al ingresar a Egipto. Dios hace un pacto con un hombre pecador e infiel. Ni bien acaba de recibir la promesa y cae.

Padre–¿no se siente así usted? ¿Que ya parece que las cosas van marchando bien y caemos por la tentación y lo echamos todo a perder? Ni bien acaba de oír el sermón y en rumbo a casa, la ira, la mentira, el engaño, el temor nos acechan y parece que nos vencen.

¿Cuáles son las primeras palabras de Dios a Abra(ha)m en el capítulo 15?

No temas

“No temas, Abram,
Yo soy un escudo para ti;
Tu recompensa será muy grande”

Génesis 15:1b (NBLA)

Dios nos conoce muy bien. Conoce nuestras especificaciones. Sabe muy bien que a pesar de que oímos sus promesas, en cuanto empezamos a creerle y empezamos a vivir no para nosotros mismos sino para Él, es cuestión de tiempo hasta que nuestra fe tambalee y el temor nos venza.

Por eso nos dice, padres: No temas, papá. Yo soy un escudo para ti. Nada que yo no permita podrá jamás penetrar tu Escudo. Y sigue adelante, no pierdas tu fe, no dejes de mirarme a Mí, tu Dios, que soy tu recompensa—no el sueño de ser una familia feliz, como en las redes sociales y con Photoshop añadiendo sonrisas y colores y fondos bonitos sino que te adopto para que seas parte de Mi familia y nada ni nadie te podrá separar de Mí. No anheles lo que perece si no lo que jamás perecerá.

Justo, ¿yo?

De inmediato viene el momento más impactante de la historia. Historia, no cuento, por cierto. No es una fábula de Esopo. O meramente ficción literaria y legendaria. Esto es un pilar fundamental de la historia de la humanidad. Versículo 6:

Y Abram creyó en el SEÑOR, y Él se lo reconoció por justicia.

Génesis‬ ‭15:6‬ ‭(NBLA)

Este es un cimiento de nuestra salvación en Cristo Jesús. Abra(ha)m le creyó a Dios a pesar de lo que sus ojos no podían ver y lo que naturalmente había sido imposible hasta ese punto y seguiría siendo imposible por muchos años.

Y Dios reconoció la fe de Abra(ha)m por justicia. Es decir, que Abraham fue considerado justo. El hombre que mintió para entrar e Egipto y que en el próximo capítulo sucumbe a la impaciencia y trata de engendrar un heredero por su propia cuenta sin el Señor. Este fracaso de hombre es con quien Dios hace Su pacto.

¿Minimiza ésto el pecado? ¿Significa esto que no importa que no viva en santidad, que no importa en realidad? Aquí es donde nosotros estamos separados del concepto de un pacto. Empezando en el versículo 7, Dios empieza a recordarle a Abra(ha)m de lo que Él ya ha hecho por él, que Dios es fiel y poderoso para cumplir sus promesas. Y le manda a traer una serie de animales—novilla, cabra, carnero, tórtola y pichón (15:9).

Abram le trajo todos estos, los partió por la mitad, y puso cada mitad enfrente de la otra; pero no partió las aves.

Génesis 15:10 (NBLA)

En los pactos se hacía esto. Quería decir que me pase a mí lo que le va a pasar a estos animales si es que llego a incumplir mi parte de este pacto. No es como con un contrato que nos puede causar pérdidas económicas. La consecuencia de incumplir el pacto es dejar de ser quien soy.

Y sucedió que cuando el sol ya se había puesto, hubo densas tinieblas, y apareció un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre las mitades de los animales.

Génesis‬ ‭15:17 (NBLA)

Es decir que el fuego consumió a los animales. Dios dijo, básicamente, que si Él incumplía el pacto con Abraham y su descendencia para siempre, Él dejaría de ser Dios. Sería consumido.

Nuestro pecado es tan grave que requiere que Jesucristo se encarne como hombre, viva una vida perfecta, sea crucificado y muera de manera horrible (que Él sea consumido por nosotros), y resucite para darnos esperanza verdadera. Es decir que el costo del pecado no se paga al acabar tirado en la calle si nada. Requiere mucho más. Y gracias a Jesucristo podemos recibir justicia y rectitud de Él.

Ese es el aliento que se nos da en el pacto: nuestras iniquidades son muchas, Su gracia es mayor. Dios no será infiel incluso cuando nosotros somos infieles pero Él nos transforma a través de su llamado y mandamiento a ser como Cristo, cada día un poquito más (2 Corintios 3:18). Él nos da a Su Hijo y a Su evangelio para reparar nuestra iniquidad y para transformarnos para vivir en santidad. Ya no seremos los mismos. Este es el nuevo pacto:

«Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días», declara el SEÑOR. «Pondré Mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré. Entonces Yo seré su Dios y ellos serán Mi pueblo. No tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciéndole: “Conoce al SEÑOR”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande», declara el SEÑOR, «pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado».”

Jeremías‬ ‭31:33-34‬ ‭(NBLA‬‬)

“’Además, les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes Mi espíritu y haré que anden en Mis estatutos, y que cumplan cuidadosamente Mis ordenanzas. Habitarán en la tierra que di a sus padres; y ustedes serán Mi pueblo y Yo seré su Dios.”‬

‬Ezequiel‬ ‭36:26-28 ‭(NBLA‬‬)

Y ese es el aliento, mi querido padre, yo sé que es imposible ser el mejor papá del mundo y que definitivamente no se puede hacer todas estas cosas que dice la Palabra sin un milagro, sin el poder del Espíritu Santo obrando en usted para producir la santidad que Dios requiere. Pídale a Dios que transforme su corazón, que le dé este nuevo corazón para que ya no viva más para sí sino para Él. Gracias a Cristo podemos ser parte de la descendencia de Abraham por fe, como nuestro padre Abraham quien como nuestro representante en este pacto por su obediencia demostró que era justo, recto por la fe aunque bien chueco era todavía, y por ello aseguró la bendición para nosotros y nos mostró el tipo de obediencia que Dios desea de todos y cada uno de nosotros. Dios es quien inicia la relación con nosotros y quien la sostiene por la eternidad y nos da el poder y la capacidad para creerle, confiar en Él y rendirnos a Él, no solamente para nuestro propio bien sino para la bendición y el gozo de todas las naciones.

¿Le creerá usted a Dios hoy para recibir libertad eterna?

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