Victor Chininin Buele
Yo crecí respirando política. Me fascina. No soy un politólogo profesional ni doctor en ciencias políticas. Pero algo muy profundo y nostálgico me sobrecoge cuando recuerdo esas notas re-si-si-si-do-si-la de las cuñas de la Izquierda Democrática. Aprendí a leer muy temprano y los amigos de campaña de mi papá no creían que yo podía leer las pancartas y lo que los periódicos decían acerca de Rodrigo, nuestro amigo, el pueblo está contigo.
La verdad es que para un niño de menos de cinco años recorriendo las polvorientas carreteras de la vieja república en buses con alto olor a diesel o batallando contra el mareo en carros prestados a los amigos de mi papá, una cosa era muy clara: una vez que Rodrigo gane, nuestra vida cambiará.
Todos somos políticos. O como yo prefiero decirlo, todos somos teólogos.
Mi padre es un político excelente, nunca ve el lado negativo de la vida y es un trabajador incansable. Yo honestamente creo que él puede hacer ganar a cualquiera, aunque no tenga ninguna experiencia, y algunitos cuyos nombres el honor no permite que comparta en público lo saben muy bien. No es una broma decir que mi esposa y mi madre tienen terror a las palabras Chininín Presidente porque ellas saben muy bien que mi padre lo puede hacer una realidad y que el linchamiento mediático estaría listo contra este vendepatrias, gringo wannabe, pastor cristiano, y eso solamente para empezar. Quién sabe qué se inventarían para no dejar trabajar.
Rodrigo. Rodrigo no hizo nada por nosotros. Excepto permitir una de las vergüenzas y desilusiones más grandes de mi niñez. Una revisión de Diario El Siglo de aquellos tiempos les puede decir a qué me refiero. La verdad es que como muchos de quienes trabajan más duro en las campañas probablemente los del grupo de los dirigentes nunca pusieron el nombre de mi papi en las famosas ternas. Rodrigo quizá nunca supo quién era mi padre. Pues si él en verdad hubiera conocido al hombre… Pero la verdad es que aunque supiera quien fue, nosotros nunca íbamos a comprar nada.
Esa es la patria del pasado. Pero también la de hoy.
Es por esto que nunca he protestado contra la Revolución Ciudadana de Rafael Correa a pesar de tener serias y profundas divergencias con su ideología y política. No lo he hecho por tener miedo sino porque solamente Correa con su personalidad fuerte pudo hacer muchas de las cosas que los cobardes del pasado no pudieron. Mi coronel Gutiérrez también fue un Cristo para mi país. Tal como Rodrigo lo fue para mi. Yo pensé que un hombre recto, un militar, sin ninguna experiencia política en la podredumbre de aquel socialcristianismo fingido podría darnos esperanza. Pero lo que muchos no dicen es que más allá de los memes que hacen de él, Lucio verdaderamente intentó gobernar sin la partidocracia. Pero se dio cuenta que sus tentáculos eran tan poderosos que solamente León podía dar las órdenes para que se abrieran.
La verdad es, Ecuador es ingobernable sin los tentáculos de la partidocracia.
Pero el Mashi lo hizo.
Y ese es su lugar en la historia ecuatoriana. Me saco el sombrero. Batalló contra la ineficiencia, la falta de desarrollo, las trabas a todo, la burocracia, la partidocracia, la oligarquía.
Pero, como su hasta-hace-poco fiel compañero de batalla dijo un día, no pudo ganar el corazón de los ecuatorianos. No pudo cambiar nuestra manera de ser.
El Mashi ya viene ha sido el tono de las últimas semanas.
Ha vuelto el Mashi.
Lo siento profundamente por su familia. Lo siento profundamente por su salud y su felicidad. Rafael Correa no vuelve a Ecuador como el Cristo en Domingo de Ramos. Rafael Correa vuelve a Ecuador a enfrentar un monstruo. Y a enfrentarse a sí mismo.
Para nosotros, la gentecita común y corriente, no es fácil discernir quién nos está mintiendo:
Puede ser que Vidrio sea Glas, un hábil corrupto, mentiroso y ladrón que utiliza el legado de Rafael Correa para manipular a las masas haciéndonos creer que es inocente. Un hombre que utilizó los sectores estratégicos para estratégicamente llenar sus bolsillos.
O
Puede ser que Glas sea en verdad un hombre de cultura intachable, un caballero, el único en la historia que ha enfrentado a la justicia con confianza fiel en la veracidad y la honestidad. Un hombre que sirvió a su patria y manejó los sectores estratégicos para darle la espalda a la vieja república.
Puede ser que Lenín sea el más vil traidor, doble cara, el Caballo de Troya de León que aun gobierna desde la tumba. Puede ser que Lenín sea ese Judas que besó y traicionó a su señor a cambio de unas miserables monedas que no tienen valor eterno. Puede ser que él no se haya dado cuenta que es el próximo Lucio, quien no se dio cuenta que para los de la partidocracia el presidente no es más que el papel higiénico con el cual deshechan sus desperdicios.
O
Puede ser que Lenín sea el más valeroso soldado contra la corrupción que ama profundamente al país y que no quiere que seamos borregos siguiendo ciegamente a un concepto mítico de una revolución que parece ha hecho todo a medias y al apuro.
Pero la verdad es que un pobre don nadie como yo nunca sabrá la verdad.
Pero yo si sé esto:
- Somos traidores. De los más viles. ¿O acaso ninguno de ustedes no le ha traicionado a su pana de toda la vida para ganarse a la chica o el puestito?
- Rafael Correa no es Cristo. Rafael ha vuelto. Debemos orar por él, por su familia, por su protección, por su salud, por su libertad, por su vida. Pero Cristo ya viene.
- Por más que Rafael haya transformado al Ecuador, él no es el Mesías. No podemos confundir a un hombre que ha dado todo por nuestra nación por Aquél que dio todo para que una persona tan corrupta como yo, un traidor tan vil y mentiroso como yo pueda tener vida eterna.
- Todos somos corruptos. Hacemos lo que no debemos. No hacemos lo que debemos. Todos somos ladrones y mentirosos. ¿O no se han comido un pedacito de algo que no es suyo o no se han llevado algo que era de alguien más?
- El juicio a Jorge Glas debe hacernos temblar de miedo. Si Glas ha sido honesto su futuro es brillante por toda la eternidad. Pero si no, su juicio nos recuerda que el día ya viene cuando Cristo como justo juez nos mostrará nuestra culpabilidad, no solamente la de esos.
Y solamente la justicia de Cristo, su santidad y honestidad prevalecerán. No hay nada, absolutamente nada que pueda justificarnos. Puentes, carreteras, sectores estratégicos, honestidad, obediencia a la justicia, sacrificios económicos, familia, lucha contra la corrupción. Nada de eso servirá.
Correa nos ha recordado desde aquél lugarcito en Bélgica que “todo lo desleal y mediocre será efímero” y en eso él tiene toda la razón. Sea quien sea que sea el mentiroso en este juego de política, Dios es juez y Él no se puede comprar.
Mientras tanto, Él protege a nuestro país y a nuestras almas.
Y nos llama.
“Ven”
Ven. traidor, ven a Mi y ten vida.
Ven, mentiroso, ven a Mi y ten vida.
Ven, ladrón, ven a Mi y ten vida.
Ven, asesino, ven a Mi y ten vida.
Ven, adúltero, ven a Mi y ten vida.
Ven, corrupto, ven a Mi y ten vida.
Porque sabemos que en ese momento en el que la pantalla está apagada, las luces están apagadas, los de la fiesta del barrio ya se durmieron, y los gallos aun no cantan… sabemos que nosotros somos el peor ejemplo de esas cosas. Necesitamos salvación.
Y la verdad es:
¡Cristo ya viene!