Claveles y compras, la cuna adornad

Víctor Chininín Buele

Buenos días y Feliz Navidad.

Se siente la Navidad. Las canastas navideñas ya han sido distribuidas y hasta devoradas. Los aguinaldos y décimos, gastados. Los pavos, comprados o recibidos. Las calles y casas, adornadas. La Unidad de Control Operativa de Tránsito brilla por su eficiencia en mantener a la urbe en movimiento. El Banco de Loja ha colocado su árbol, este año sin luces por la crisis energética. Cafrilosa puso gorrito de Papá Noel al obelisco del Redondel Isidro Ayora y luces iluminadas con paneles solares. Los concursos gastronómicos en las novenas ya están acabando. Los bailes seguirán. Las fundas de caramelos, compradas y distribuidas.

Pudiera criticar la Navidad de Benjamín Carrión y de Salvador Bustamante Celi: la Navidad de claveles y rosas, el Niñito bonito llorando por los pecadores, jugando entre flores, temblando de frío.

O pudiera simplemente unirme al coro angelical, porque los demás lojanos que no tienen voz de tarro como yo sí tienen voz angelical, y cantar a toda voz, “Pero mira como beben los peces el río, pero mira como beben al ver al Dios nacido, beben y beben y vuelven a beber, los peces en el río al ver al Dios nacido”.

Pero, ¿qué profeta que valga en realidad cinco centavos puede hacer eso?

Me recordaban el otro día que el predicador no solo debe exhortar sino también animar. Y Hebreos 10:24-25 nos llama a eso, y no solo al predicador sino a todo cristiano: nos llama a congregarnos, exhortándonos los unos a los otros, sí, y también considerando cómo estimularnos los unos a los otros al amor y a las buenas obras.

Y se me ocurrió que la Navidad cultural lojana que celebramos en estas fechas pues es uno de los pocos momentos en los que un gran segmento de la población está dispuesto para dedicarse a buenas obras y muchos lo hacen de corazón aunque creo que muchos lo hacen al menos para aparentar. Pero como también nos recordaría Pablo en Romanos 14:23, “Todo lo que no procede de fe, es pecado”.

Es decir, que esmerarnos para preparar y degustar de una cena maravillosa es pecado si no se origina en un corazón que tiene fe en la realidad que el Jesús que creó el universo dejó su gloria en los cielos para hacerse hombre como nosotros y vivir una vida como la nuestra, enfrentando todo tipo de tentación, excepto que al contrario de nosotros, Él nunca pecó. Siempre fue y ha sido inocente.

Comernos aunque sea un pollito si no hay para pavo es pecado si en nuestro corazón la envidia o la frustración de no comer como las propagandas o la tradición nos dicen que debe ser una cena toma un lugar prevalente en nuestros pensamientos y acciones.

Gastarnos hasta lo que no tenemos para comprar aquel deseado juguete o prenda de vestir o perfume o flores es pecado si no se origina en un deseo generoso de amar como Cristo nos amó, sacrificándose hasta lo sumo para vivir la vida perfecta que nosotros jamás hubiéramos podido vivir y pasar los insultos, heridas, ofensas y calumnias que lo llevaron a la cruz, a morir por nuestros pecados.

Sacrificarnos para lo que sea, viajes, comidas, cenas navideñas, reuniones, es pecado si no es un sacrificio verdadero en respuesta a la obra de Cristo para nuestra salvación.

Buenos deseos de Año Nuevo y prosperidad son pecado si no se originan en un corazón agradecido por la resurrección, un corazón transformado por el nuevo nacimiento, un corazón que tiene gozo verdadero porque la esperanza de la resurrección ya está viva allí y todo mundo puede ver que la persona ya no es lo que era antes pero que Cristo cambió su vida de una vez para siempre y no hay vuelta atrás.

En todo evento nos dicen estas frasecitas que suenan como que motivacionales. Uno de los empleadores más grandes de la ciudad nos invita a detenernos un momento y reflexionar sobre lo vivido, a llenarnos de gratitud por cada enseñanza, desafío e instante que ha tocado el corazón, a que miremos al futuro con esperanza sabiendo que a pesar de las dificultades, siempre hay un camino lleno de luz.

Y como ustedes pueden ver, toda cena navideña y agasajo nos comunica ese mismo mensaje.

Una Navidad sin Jesús. No nos llaman a reflexionar en el milagro de la encarnación, en el precio que Jesús pagó por los pecados que estamos cometiendo esta misma Navidad. En el barrio, el cura se escapó con la rapidez de Jeannie de Mi Bella Genio en cuanto acabó de cobrar por la misa que dio. Y ¡qué mensajecito que nos dejó! Sean buenos vecinos, aguántense, no desprecien lo que les regalan… cero Cristo. Y en cuanto se fue, empezaron a pasar el traguito mientras esperábamos a los que venían a bailar, danzas tradicionales glorificando el beber en exceso. Feliz Navidad a todos.

Estos mensajes nos llaman a buscar dentro de nosotros lo que sabemos muy bien que no podemos encontrar ahí: el combustible para el agradecimiento y la esperanza de un futuro mejor.

Para verdaderamente ser agradecidos, necesitamos entender la obra de Jesucristo. Necesitamos entender su encarnación y su crucifixión, su resurrección y su ascensión. Para ser agradecidos no tenemos que ver las cosas que nos rodean, sino de dónde nos rescata Jesús. Jesús, el que nos rescata del orgullo con el que podemos pecar en la cena navideña del Hotel Sonesta.

Para tener esperanza certera de que el futuro es mucho mejor de lo que podemos imaginarnos o soñar debemos reconciliarnos con Jesús. Él debe ser nuestro Señor, nuestro Salvador, nuestro Redentor, nuestro ejemplo a imitar. Solamente en Él hay un camino lleno de luz.

No hay otro camino, no hay otro Dios, no hay otra salvación.

Y no es hoy un Niñito bonito, manojo de flores, pequeñito por siempre pero listo para hacer milagros. Es el glorificado Creador del universo, sentado a la derecha del Padre en este momento intercediendo ante Él por sus hermanos, reconciliados al Padre en la fe.

La mayor decisión que tenemos por delante en esta Nochebuena es, ¿vamos a seguir a Jesús, al verdadero Jesús, a dondequiera que nos lleve, sin importar lo que nos cueste?

Solamente en Él podemos y podremos siempre tener una Feliz Navidad. No pida que el Niño Jesús nazca en su corazón como nos piden las novenas. Pida al glorificado Jesucristo que reine en su vida, que sea su Señor. Confiese con su boca que Jesucristo y solamente Él es el Señor.

Una muy feliz Navidad para usted y los suyos.