Víctor Chininín Buele
Ecuador está atravesando una sequía muy seria que ha resultado en apagones del servicio de electricidad de hasta 14 horas diarias. Esto significa pérdidas millonarias a nivel nacional y en el corazón humano desempleo, hambre y desesperación. Resulta que el texto del domingo era Marcos 6:30-44. ¿Qué podemos aprender de este texto en tales circunstancias?
I. JESÚS, EL BUEN PASTOR, DA DESCANSO A QUIENES ENVÍA A CUMPLIR LA MISIÓN
El Salmo 23 describe a YHWH, a Dios, como mi pastor. Presenta certeza de que en Dios, nada me faltará. La poesía del salmo nos lleva a pastos verdes. Mostraba Ecuavisa esta semana un reportaje desde el área de las hidroeléctricas del Paute. La tierra donde solía estar el agua que ahora falta ya hasta se ha secado y se ha agrietado de la sequía. El salmo nos lleva a lugares de verdes pastos donde Dios nos hace descansar. ¿Cómo nos hace descansar en el medio de un estiaje en el que la tierra está seca? ¿Cómo nos conduce junto a aguas de reposo? ¿Cómo nos restaura el alma y nos guía por senderos de justicia?
En Marcos 6:30-31, leemos que 30 Los apóstoles se reunieron con Jesús, y le informaron sobre todo lo que habían hecho y enseñado. 31 Y Él les dijo: «Vengan, apártense de los demás a un lugar solitario y descansen un poco». Porque había muchos que iban y venían, y ellos no tenían tiempo ni siquiera para comer.
En el versículo 7 Jesús llamó a los doce para enviarlos de dos en dos con autoridad para la misión, pero sin nada para el camino. Ahora en el versículo 30, regresan y vuelven a reunirse con Jesús. Y le contaron todo, todo lo que habían hecho y todo lo que habían enseñado. Imagino que le estaban contando historias de momentos en los que no había qué comer pero Dios proveyó o tal vez momentos sin descanso. Jesús les dice, “Vengan, apártense de los demás a un lugar solitario y descansen un poco”.
Jesús aquí les dice a estos hermanos que acaban de llegar de ver a Dios obrar y proveer, que han predicado y defendido la fe, que lo sigan, se hagan a un lado de los demás y se vayan al lugar desolado, al desierto. Al principio de Marcos, Juan el Bautista apareció en el desierto (1:4), voz del que clama en el desierto, “Preparen el camino del Señor, hagan derechas sus sendas”. La predicación del arrepentimiento empezó en el desierto. Aquí a donde Jesús quiere llevar a los discípulos a descansar. A Jesús mismo, el Espíritu lo impulsó a ir al desierto (1:12) y estuvo ahí, en el desierto, cuarenta días siendo tentado por Satanás (1:13). En 1:35, Jesús se levantó muy temprano después de obrar muchos milagros, y salió y se fue a un lugar solitario, y allí oraba. Una vez que la fama de Jesús se empezó a propagar por las señales y prodigios que hacía, se quedaba fuera en lugares despoblados (1:45), y ocurre en Marcos 6 nuevamente.
Jesús, aquí, da descanso a quienes envió. Se los lleva al desierto y les hace descansar. Necesitan descansar, dice el texto, porque “había muchos que iban y venían y ellos no tenían tiempo ni siquiera para comer”. Los discípulos se están transformando a la imagen de Jesús. Jesús en el capítulo 3 ministraba así mismo, versículo 20: “Jesús llegó a una casa y la multitud se juntó de nuevo, a tal punto que ellos ni siquiera podían comer”. La labor es intensa, la oportunidad es insaciable, el ministerio es abrumador. Jesús les dice: pausemos, vamos a descansar.
El Buen Pastor lleva a sus discípulos a los verdes campos, a las aguas de reposo en el desierto. Jesús no siempre le va a dar pasto verde o agua abundante, pero le va a dar Su presencia y ésta se puede apreciar mejor en el silencio, en la soledad, en el desierto, en aquellos momentos y lugares en los que solamente Dios nos puede llenar.
Catorce horas de apagones diarios. Aunque quiera perder tiempo en internet, ¿puede? Y aún así para nuestra condenación seguimos nosotros sin abrir mucho la Fuente de Vida que no tiene batería que se acabe. Nos quedamos sin orar en los momentos de silencio forzado. Nos dormimos nomás.
¿De qué necesitamos descanso? Agustín de Hipona dijo alguna vez que hemos sido hechos para Dios y que nuestro corazón estará inquieto hasta que encuentre descanso en Él.
Versículo 32: “Y se fueron en la barca a un lugar solitario, apartado”.
II. JESÚS, EL BUEN PASTOR, TIENE COMPASIÓN DE SU CREACIÓN
Versículos 33-34: Pero la gente los vio salir, y muchos los reconocieron y juntos corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos. 34 Al desembarcar, Jesús vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
La gente los alcanzó a ver saliendo por el agua y se alborotaron y llegaron antes que ellos, corriendo por la orilla. Y se armó la gran multitud. Jesús entonces se bajó con los discípulos y los vio. El Buen Pastor Jesús vio a todos los que estaban allí y la reacción, la emoción en lo más profundo de su ser, fue compasión. Jesús vio a una muchedumbre “como ovejas sin pastor”. Los vio perdidos.
Se puede apreciar en textos del Antiguo Testamento como Is 56:11, Jer 10:21, Eze 34:2-6, Zac 10:2-3 y 11:17 que es el fracaso del pastor en su pecado que hace que las ovejas estén sin pastor. Y Dios es muy claro en esto: cuidar del pastor significa amarlo lo suficiente para servir con corrección cuando sea necesario.
En nuestro texto, Jesús mira con compasión a estas ovejas perdidas, ovejas de las que se han aprovechado, a las que han ignorado, a las que les han enseñado mal o no les han enseñado nada. Y ¿qué es lo que hace Jesús? ¿Les dice que hagan cola para hacerles a todos un milagro?
No. Versículo 34: comenzó a enseñarles muchas cosas. La compasión de Jesús como Buen Pastor le lleva a enseñar, a ayudarle a la ovejita a que ya no ande perdida, a que sepa reconocer al pastor verdadero, a que pueda recibir consuelo y ayuda de verdad, a que sienta compasión y no dureza y severidad, a que sienta el amor de Dios y no el abuso de hombres envanecidos. Juan 8:32: “y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres».
III. JESÚS, EL BUEN PASTOR, DA DE COMER HASTA LA SACIEDAD
El Salmo 23 nos recuerda que Dios pastorea en lo que se siente como muerte, en el temor, en los momentos de disciplina, delante de enemigos: ante quienes prepara una mesa, unge con aceite. Y llena la copa de tal manera que rebosa.
El bien y la misericordia de Dios que siguen todos los días de la vida no son una falsa promesa de prosperidad y de una vida sin problemas, sino que en el medio de las dificultades, Dios nos dará su presencia.
Veamos lo que vienen a decirle los discípulos a Jesús:
35 Y cuando ya era muy tarde, Sus discípulos se acercaron a Él, diciendo: «El lugar está desierto y ya es muy tarde; 36 despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y se compren algo de comer».
Jesús ahí ha estado enseña y enseña y enseña. Los discípulos se le acercan y como que le dicen, ya, maestro, ya es de noche y estamos lejos de todo, despídete ya para que la pobre gente pueda ir a encontrar y comprar algo de comer. Pareciera que tienen una gran compasión de esta pobre gente: Jesús, ya, por favor, la gente está con hambre. Ya párale.
Y aunque suena como algo muy lleno de compasión lo que los discípulos están diciendo, en realidad no lo es. Quieren que ya cada uno se vaya por su propia cuenta y busque qué comer. Muchos van a quedar con hambre. Muchos no han de tener dinero. Estos discípulos que regresaban de ver a Dios proveer lo suficiente para ellos, como que se olvidaron de eso. Y Jesús, en su manera característica de amar y enseñar, como Buen Pastor, les dice:
37 «Denles ustedes de comer»
¿Y ahora, esto? Jesús está loco. Mire cómo responden los discípulos: Y ellos le dijeron: «¿Quieres que vayamos y compremos 200 denarios de pan y les demos de comer?»
Se dice que un trabajador ganaba un denario al día. Para nuestra referencia, el año actual tiene aproximadamente 260 días laborables. Los discípulos esencialmente le dijeron a Jesús, ¿Qué? Aunque saquemos el sueldo de casi un año entero y no nos gastemos en nada más, no nos alcanzaría jamás. Quienes salieron con las instrucciones de 6:7-11 y vieron la mano poderosa de Dios obrando maravillas se olvidaron de ello y piensan que Dios no puede hacer lo imposible.
No pueden concebir lo que Jesús va a hacer:
38 Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan y vean». Y cuando se cercioraron le dijeron*: «Cinco panes y dos peces». 39 Y les mandó que todos se recostaran por grupos sobre la hierba verde. 40 Y se recostaron por grupos de cien y de cincuenta. 41 Entonces Él tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo; partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran; también repartió los dos peces entre todos.
Jesús como Buen Pastor les da de comer de manera milagrosa, como el pan del cielo que recibieron los israelitas, Jesús el verdadero Pan del Cielo da abundantemente.
42 Todos comieron y se saciaron. 43 Recogieron doce cestas llenas de los pedazos, y también de los peces. 44 Los que comieron los panes eran 5,000 hombres.
El Buen Pastor nos lleva a aguas de descanso, a reposar sobre la hierba verde. Pero esto solamente cuenta para quienes son sus ovejas. La gran pregunta aquí es: ¿soy una oveja del Señor?